PULSO SINDICAL Nº 172 DEL 30 DE NOVIEMBRE AL 07 DE DICIEMBRE DE 2012

Sebastian Acevedo y Eduardo Miño, ambos obreros, forjadores a punta de esfuerzo y empeño de nuevos caminos propios y colectivos – caminos no exentos de desilusiones y sinsabores pero también de incontables alegrías – fueron por la vida esperanzados siempre de que lo que venía era mejor que lo vivido hasta entonces.
Fueron militantes concientes y disciplinados de causas propias asumidas como un deber ineludible, dictado en conciencia  por ese camino de privaciones y contentos tan propio de los obreros, de los trabajadores de esta patria y de todas las patrias.
Sebastian y Eduardo no tenían previsto para su futuro un fin tan trágico.
No pensaron jamás que una danza de llamas elevaría hacía el cielo sus gritos de libertad y justicia, de respeto a esa dignidad pisoteada tan impunemente.
Sebastian y Eduardo no son recordados regularmente por todos aquellos que supimos de sus inmolación, incluso a veces su gesta que es imborrable tiende a perderse entre la maraña de compromisos del ahora.
Pero ahí están, en el piso y en las conciencias de los que vieron y de los que no vieron, las manchas imborrables de aceite humano, mudo símbolo, eterno testimonio, de la entrega de estos hombres, dispuestos incluso a morir si con ello lograban remecer conciencias, obtener respuestas.

El 11 de noviembre de 1983 Sebastian llegó hasta las puertas de la catedral de Concepción, 2 días sin saber el destino que corrían sus hijos en manos de la CNI lo llevaron a demandar a viva voz su libertad. El ruego no encontró respuesta por lo que roció su cuerpo con parafina y bencina y se prendió fuego. Logró ver y hablar con su hija antes de morir. Los cerdos la volvieron a detener días después.
Sebastian ya no estaba para enrostrarles su inhumanidad.



Estaba cerca el mediodía del 1 de diciembre de 2001 cuando Eduardo Miño llegó al frontis de La Moneda y distribuyó un documento. Principalmente demandaba una respuesta, una solución efectiva al drama que vivían y viven los trabajadores de Pizarreño, los familiares de estos que se vieron expuesta a emanaciones al manipular ropas y los habitantes de sectores aledaños que sin trabajar en la empresa también eran victimas de este depredador temible. El asbesto se estaba comiendo y aún hoy consume lentamente los pulmones, llevándose la vida de quienes por años estuvieron expuestos ignorando lo que les esperaba.
Como su hermano, también mojó sus ropas con bencina y se prendió fuego.

18 años y 20 días después que Sebastian, Eduardo tomó la misma determinación, frente a la casa del gobierno chileno.
Ya no es la dictadura que secuestra ciudadanos, los maltrata, mata y desaparece. Es en democracia que los seres humanos se mueren envenenados, ahora no los mata el sarín, mueren por trabajar expuestos permanentemente al veneno.

Sebastian y Eduardo, Eduardo y Sebastian entregaron, en demanda de respuestas a sus exigencias, su bien mas preciado, la vida. No obstante su voz no se apagó, se multiplicó entre quienes fuimos testigos de su martirio y voló luego, libre, eterna a todos los lugares imaginables, siendo recogida y difundida una y otra vez, hasta ahora y hasta siempre.

Es poco habitual que los dirigentes sindicales entreguen opinión publica sobre temas que aparentemente no les son propios. Entiéndase por propios, los abusos y la explotación a los que se somete a decenas de miles de trabajadores en los mas diversos oficios y profesiones. Y sin embargo si que es necesario pronunciarse.

Un entrenador de futbol miente sobre un accidente de transito y sostiene su mentira hasta que lo denuncian las cámaras de televisión que están instaladas por todas partes.
(Bueno casi todas partes, por que hace unas semanas se encontró el cadáver de un joven estudiante en las calles de Santiago y no hay registros para dar con los culpables)
El estratega del futbol reconoce su error. por el que son dados de bajas 3 carabineros de distinto grado, por no ser lo suficientemente celosos en el cumplimiento del deber.
Sin embargo, días después un oficial del mismo cuerpo policial da un puntapié en la espalda a una persona y con su moto atropella a otras dos. No solo se oculta el nombre del infractor, tampoco se le sanciona con la baja, como corresponde.
En el primer caso la prensa se dio un festín, en el segundo se hicieron olímpicamente los guevones. Y, como en tantas otras ocasiones, nadie dijo ni hizo nada.

El viernes 7 unos jóvenes piden monedas para los niños en riesgo social. Periódicamente  hay campañas similares para ir en ayuda de ancianos, niños con cáncer y otras enfermedades y malformaciones, enfermos y enfermitos de SIDA.
Aquí no hay centros de llamadas en los que se turnan figuras y figurines. Tampoco empresas comprometidas y ninguna autoridad o personaje público apela al corazón de los chilenos para ir en ayuda de estos compatriotas.
Es más, muchos de los que hoy 7 de diciembre fueron invitados a entregar una moneda, miraron para el lado o no levantaron la vista del suelo. Es que no había tele.
Por eso es que resulta triste, decepcionante, que diversas organizaciones sindicales entreguen millones a nombre de sus afiliados para la Teletón, mientras esconden la cabeza cuando se les pide alguna moneda para las ollas comunes de las huelgas.

Claro que es rica la solidaridad, ¿pero tienen claro que es la solidaridad?. ¿Como pueden salir junto a su patrón, entregando millones, dirigentes sindicales en cuyas empresas el abusos es pan de cada día?.
Miles por aquí y por allá manifestándose de todas las maneras posibles para motivar la entrega de aportes, pero poca o nula participación en la lucha de los estudiantes, de los sin casa, de los cesantes, pescadores artesanales, habitantes de Freirina y Huasco.

Viva la solidaridad, pero que no sea solo para los minusválidos sino para todos los impedidos. No cejemos en la demanda de que sea una obligación del Estado concurrir en ayuda de los ciudadanos que lo necesitan. Neguémonos de una buena vez a tener que ser nosotros quienes compramos las mercaderías de las empresas y que sean estas junto a todos los ricos ciudadanos, por la vía de impuestos permanentes, quienes financien iniciativas tan nobles y necesarias.

Al cierre, un saludo afectuoso a los 191 trabajadores socios del Sindicato Hotel del Lago, Gran Hotel Pucón y el Casino Enjoy de la sureña ciudad que están en huelga. Pueden expresar su solidaridad al presidente  Juan Carlos Silvestre al 08/2336121 .
También está en huelga el Sindicato Conferencia San Vicente de Paúl - 50 socios -, ubicada en calle Retiro Nº 1597, comuna de Independencia. Apoyos entregarlos a su presidenta Claudia Reyes Camus al 07/3181767.


MANUEL AHUMADA LILLO 
Presidente C.G.T. CHILE